miércoles, 28 de marzo de 2012
"La vida no es un cuento de hadas" segunda parte
A mis 4 años, mi vida, tan corta que llevaba, dio un giro de 180º, como un ángulo plano. Mi querida y apreciada abuela Isabel, había fallecido por un ataque cardiaco, al principio yo solo me preguntaba por qué llevaba ya, unos días sin ir a esa casita donde pasaba las tardes más tranquilas y fabulosas, cuando estaba jugando con mi juguete preferido en casa, me senté en el pasillo y escuché como mis padres discutían, sobre que harían conmigo si los dos tenían que trabajar y mi abuela había fallecido. Me eché a llorar como perro callejero que anda por las calles sin rumbo y con hambre. Mi madre salió de la habitación con unas lágrimas cayendo por su rostro y fue a abrazarme preocupada por si me había hecho daño, pero era algo que un médico no podía curar, era un vacio que tenía dentro de mi corazón por la falta que me hacía aquella extravagante viejecilla.
Me quedaba en casa con una mujer que se llamaba Carlota, era despreciable, fingía gustarle los niños, pero en verdad los odiaba y podría asegurar que yo era uno de ellos. Se sentaba en el sofá a ver telebasura mientras se comía un trozo de tarta de chocolate que mi madre preparaba especialmente para mí. Todos los días se ponía a fumar dentro de casa, después de que mi madre una y otra vez le repetía que no estaba permitido, aún así, a ella le daba igual y cuando me preparaba la comida, miedo tenía de que le cayera ceniza dentro y tuviera que comerme esa asquerosidad sin reprochar. Mis padres le pagaban por ordenar mi habitación, darme de comer y cuidarme y en cierto modo eso ya lo hacía yo sola.
Me decía que jugásemos a un juego, a ver quien limpiaba antes la habitación, siempre comenzaba yo a limpiarla y como no, al estar ya limpia ella ya no podía jugar, así que decía que había ganado yo, pero que a la próxima lo intentaría ella y así se repetía la historia comenzaba y acababa limpiando solamente yo.
Cuando estaba a punto de cumplir mis 5 añitos, mis padres discutieron y esa discusión llegó a más y acabaron divorciándose, fue un gran golpe para mí, yo siempre he querido a mis padres y me gustaba mucho vivir con ellos dos viendo cómo eran felices juntos.
Siempre íbamos de picnic o a comer a algún restaurante, y me lo pasa muy bien, mis padres me cogían de la mano e íbamos los tres juntos a dar una vuelta por la playa y cuando yo correteaba disfrutando del momento, veía como me alejaba de mis padres que estaban con la sonrisa en el rostro y dándose besos a no poder más.
Al poco tiempo, llegó el gran día, ¿Quién se quedaría mi custodia? Yo no quería ir solo con mi madre y tampoco solo con mi padre, quería estar con los dos juntos, como lo había hecho siempre, mis ojos se llenaron de lágrimas, nublándome la vista.
Finalmente decidieron que los fines de semana los pasaría con mi padre y entre semana estaría con mi madre, no estuve muy de acuerdo no era muy justo que mi madre me tuviera para ella 5 días y solo pasar 2 días con mi padre, pero mi opinión, no era válida para ese entonces.
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