¿Por
qué era así de injusta la vida conmigo? Yo no tenía ninguna culpa de ser como
era y no discriminaba a los demás por ser de ese color.
Pasaban
los días y eran todos iguales. La gente me miraba mal, me criticaban y más de
alguno intentaba pegarme. Llegaba a casa cansado y deprimido por como todos me
trataban y tampoco sentía apoyo de nadie, ni de mi madre.
Lo
único bueno que había pasado durante todo ese tiempo era que mi madre había
conseguido trabajo pero al igual que ella sabía que no era bueno, yo también lo
sabía. Le pagaban una miseria por trabajar 14 horas seguidas sin descanso y
para colmo tampoco tenía contrato.
Estaba
cansado de vivir así y no sabía cómo encontrar una solución, hasta que un día
en el colegio me dieron una hoja pequeña que informaba a todos los padres y/o
tutores sobre una excusión en un
acantilado no muy lejos y que no había precio, es decir, que era gratis.
Tenía
ganas de ir, no sabía que era un acantilado pero tenía ganas de ir.
Descubrir
cosas nuevas y a la vez preciosas era una de mis mayores aficiones de pequeño,
así que decidí enseñárselo a mi madre para saber su opinión.
Ella
aceptó pero con una condición, tener cuidado.
Esos
sitios eran bastante peligrosos y con el odio que me tenían, alguna locura poco
humana podían hacer.
Llegó
el gran día, estaba ansioso no sabía que podría encontrarme y mucho menos si
sería bonito aquél lugar desconocido para mí.
En
el autobús me senté solo como solía hacerlo en todos los lugares y al ver por
la ventana, pude contemplar aquél bello paisaje que llevaba mi alma con paz y
tranquilidad y hacia que todo el mal desapareciese por un instante.
Al
llegar allí vi un cartel “El acantilado de Berbont” era un nombre muy raro pero
a la vez encantador, aquello era inmenso y rojizo parecía que fuese a
derrumbarse pero no era así.
Al
rato, hubo un momento de tensión, unos chicos se me quedaron mirando con cara
de desprecio y ese día maravilloso para mí comenzó a ser otra vez una pesadilla
de la cual nunca podría despertar.
El
tiempo pasó rápido y no pude contemplar bien aquello ya que teníamos que
marchar, ese día había oscurecido muchísimo antes.
Al
llegar a casa encontré a mi madre borracha, nunca la había visto así y al poco
tiempo me enteré que la habían echado de su trabajo y no le habían dado nada.
Yo
no podía seguir así y en el único lugar que me apetecía estar desde ahora era
en aquél acantilado tan bonito y precioso que había visto por primera vez y
quería seguir viendo durante toda mi vida.
Esa
misma noche, estuve pensando en algo, algo que nunca me había planteado. ¿Morir
o seguir viviendo? ¿En que se diferenciaba morir con mi vida? Creo que estaría
muchísimo mejor muerto que no seguir en este infierno que era todo.
Cogí
un bolígrafo y un papel y expresé en una carta todo lo que sentía.
Querida mamá:
Has sido tan buena
conmigo, has sido la madre perfecta y solo tú me has enseñado todo lo que sé
hasta ahora.
Has sufrido por mí y
dado tu vida por mi bienestar por lo cual te debo muchísimo y doy gracias a
Dios por haberme hecho hijo tuyo.
Llevo durante muchos
meses deprimido, pensando una respuesta por la cual seguir luchando en este mundo
del cual no pertenecemos nosotros y nos desprecian. Qué es mejor mamá ¿vivir o
morir?.
Esta noche lo he pensado bien y he llegado a la conclusión que es mejor
morir que no seguir aquí, sufriendo por no hacerle daño a la gente, sufrir por cómo
nos tratan por ser diferente.
Mamá, no nos
volveremos a ver pero quiero que sepas que estaré dentro de tu corazón cuidándote
desde el cielo y rezando por que puedas sobrevivir y que recuerdes que a este
hijo le has hado lo mejor que has podido dar, amor.
P.D: Espero que algún
día cambie esto, espero que la gente de otra raza se dé cuenta de cómo puede
afectar sus acciones y palabras a otras y sobretodo espero que algún día puedan
convivir todos juntos en armonía y paz.
Con mucho cariño, Jim.
Al
acabarla la selle con un beso y la dejé en la mesilla de noche al lado de mi
madre.
Cogí
fuerzas y decidí partir hacía aquél maravilloso acantilado que me esperaba con
los brazos abiertos.
Después
de caminar horas y horas pude observar cómo me iba acercando a aquél paraíso y
al llegar allí solo me hizo falta la
valentía de dar un paso más y llegar hasta mi fin…
Por
fin me sentía en casa.
FIN
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