viernes, 6 de abril de 2012
"Relaciones intimas con mi vecino" tercera parte
¿Por qué siempre acabo igual?- Me preguntaba una y otra vez, había vuelto a caer en su trampa y me volvía a encontrar en su cama sin haber arreglado antes aquél problemita que habíamos tenido hace un buen rato. Esta vez no podía ni moverme y me acordaba de todo lo que había pasado… Para que os voy a mentir ha vuelto a ser espectacular, es tan placentero… Pero mi cabeza seguía pensando en lo mismo y mientras lo hacía yo lo veía como intentaba recuperarse de esa salvaje noche de placer.
-Iván… ¿Cómo arreglaremos lo nuestro?
Estuvo callado sin decir nada, quizá le molestase el comentario ¿Y si solo era sexo lo que él quería? ¿Solo por eso me quería? Solo de pensarlo me daba asco a mí misma, me estaba convirtiendo en un juguete sexual para un chico de 20 años y no podía enfrontarme a él porque siempre acaba igual, él me seducía y yo volvía a tropezar con la misma piedra. Sinceramente estaba harta de estar así todo el tiempo, estuvimos haciéndolo día tras día sin parar, parecía que por las noches Iván cargaba las pilas y al día siguiente quería volver a descargarlas a base de polvos salvajes y bestiales.
-Iván para por favor.
-Espera, que estoy a punto.
-¡Iván que pares! Que me estás haciendo daño – Me quejaba yo y aún así él no paraba.
-Qué te esperes, que estoy apunto
Lo empuje con todas mis fuerzas y él cayó hacia atrás, yo estaba realmente cabreada no solo me dolía mi sexo sino a él le importaba una mierda, por fin vi la realidad…
Él solo me quería para tener esas relaciones sexuales y sin tener ninguna cadena, para él solo era un juguetito sexual que podía coger cada vez que miraba pasar, solo era una chica de 14 años a la que follarse todos los días al ser su vecina. Me sentó mal, a quien voy a mentir cogí mis cosas y me fui de allí, él se quedó sentado apoyado en la cabeza quizá se enfadaría conmigo por no dejarlo acabar o posiblemente reflexionara por fin lo que estaba sucediendo y de la situación donde se había metido.
Al entrar a casa me puse de puntillas para ir a mi habitación, pues era de noche y mis padres estaban durmiendo, y como me pillaran… No solo me preguntarían que hacía a las tantas fuera de casa y desnuda que sería peor, por un momento pensaba que me moriría. Tropecé con una bolsa que había en medio… ¿Por qué será que a las tantas de la noche las cosas hacen más ruido?
Estuve reflexionando un poco sobre la situación que estábamos Iván y yo, no solo comenzaba a ser incomoda sino yo comenzaba a estar molesta con él, parecía no importarle lo que yo sintiese o dejase de sentir, solo le importaba montárselo conmigo en su cama y disfrutar. Estuve así un buen rato, quizá eran las 2 de la mañana y yo seguía pensando como si el tiempo no pasase, finalmente me quedé dormida.
Al día siguiente no tenía previsto salir de casa, no solo era miedo de salir al rellano y encontrármelo a él esperándome o mirando por la mirilla para ver si salía de casa, pero mi madre siempre tan imprevisible decía que fuese a comprar pan
-Mamá, no me apetece salir ahora mismo
-No tardaras nada mujer, solo es ir a la vuelta y comprar el pan
-Pero mamá…
-¡Ni pero, ni pera! Que vayas te digo
En fin, se veía a venir que al no contarle las cosas a mi madre ella no estaba al tanto de la situación por la que estaba pasando, y no solo los días pasaban sino yo seguía rallada por tanta cosa… Tanto que me quejaba que en los veranos solían ser aburridos… ¡Pues toma verano interesante!
Era de esperar, que solo al salir de la puerta él ya tuviera la mano preparada para abrir la suya e intentar convencerme para que entrase en su casa o hacerme sentir culpable por lo sucedido de la noche anterior, con miedo, salí de la puerta y ¡Zas!
-Buenos días querida –Dijo en forma de burla
-Buenos días Iván
-¿Tienes mucha prisa? Podrías pasar por casa y así charlamos por el suceso de ayer.
-Sí, tengo prisa, si eso, a la vuelta mejor…
Toqué lo más rápido posible el botón del ascensor y él me cogió bruscamente del brazo, gracias a dios la señora Rosen solía bajar por las escaleras todas las mañanas para tender la ropa y se le podía oír desde el primer piso ya que la mujer era tan especial que se ponía a silbar así sin más, porque le salía de su querido chumino.
-Buenos días juventud- Saludó nuestra querida vecinilla
Iván no tardó mucho en soltarme y yo aproveché ese momento para entrar al ascensor e ir a comprar el pan.
Cuestión: tenía que volver y él estaría esperándome.
Tardé un poquillo por si él tenía que salir y así no encontrármelo, pero no fue posible, parecía que Iván no tuviese vida social, se había pasado todo ese tiempo esperándome a que yo regresase, y yo seguía con las esperanzas que se diera cuenta de su actitud y que me dijese al menos un simple "lo siento”.
Pasaron más días y no sabía qué hacer, era o estar en casa o aguantar a Iván fuera de ella.
Por una parte, tenía ganas de verle, siempre lo había querido por muy nerviosa, cabreada o molesta estuviese con él, por primera vez, sabía que era querer a una persona de verdad, pero por lo visto yo no era correspondida con lo mismo.
Decidí hablar con él, fui a su puerta y él abrió tapándose medio cuerpo, fue como una previsión, entre por la puerta me dirigí hacia su habitación y allí estaba, la misma chica de la fiesta ¡Cómo podía ser tan estúpida! Él no estaba reflexionado sobre su actitud ni nada parecido él lo que estaba haciendo era no perder el tiempo y que su estúpido pene no muriese por algo sobrenatural si no estaba dentro de un coño.
-Amor, ¿qué hace esta niña en tu casa? ¿Es tu hermana?
¡Qué rabia! ¿Niña? Pues mira, a esta niña se la estaba follando todos los días sin parar un segundo hasta que dijo basta, quería responderle pero pasé del tema, decidí marcharme con mi dignidad y no volverle hablar, no hace muchos días mi tía Marisol me había invitado a pasar unos días en su casa, estaba en el campo y allí podría descansar y que mi desgastado sexo pudiera reposar por fin.
Pasé allí 3 días y 2 noches de lo más acogedoras, mi tía estaba muy simpática y atenta, me daba todo lo que pidiera sin ningún reproche y si podía conseguirlo me lo daba.
Al volver a casa mi madre me dio una carta que resultaba ser de Iván, fui a su casa para devolvérsela ya que yo no quería saber nada de él, pero resultó ser que no había nadie ¿Iván no estaba en su casa? Eso sí que era raro, me fui a mi habitación con intensión de leer la cara pero con un poco de miedo, me senté en mi cama con las rodillas dobladas dejando la carta delante de mí. Permanecía sentada delante de la carta y no sabía cómo reaccionar si abrirla o tirarla, pero la intriga pudo conmigo:
Querida Elena:
Desde la primera vez que te vi, pensé en las ganas que tenía de tener algo tan profundo como tuvimos tantas veces, pensé en que eras la chica más guapa que había visto en muchísimo tiempo y en lo mucho que hubiésemos podido pasar juntos, sé que mi comportamiento últimamente contigo fue empeorando por momentos y te pido perdón. Aquella chica que viste en mi habitación y esta última vez en la cama era mi novia de hacía ya 3 años, y gracias a ti, me di cuenta que no tenía que seguir jugando así con ella, así que he decido dejarla y que empiece una nueva vida con un chico que valga realmente la pena. Después de leer esto seguramente tendrás ganas de hablar conmigo, pero yo ya no estaré, tu madre me dijo que estabas con una tía en las afueras del pueblo y he aprovechado tu viaje para despedirme de ti. Vuelvo a casa con mis padres una temporada, espero que sigas siendo así de perfecta y encuentres tu chico adecuado. ¡Mucha suerte nena!
Con mucho cariño, Iván.
Las lágrimas caían de mi rostro una por una como si se tratara de una lluvia, me hubiese gustado mucho poder despedirme de él en persona, y me enrabio bastante no poderle haber despedido de él y decirle lo mucho que le quería, pero las cosas pasan por que tienen que pasar, pensaba.
Iván había puesto en alquiler el piso y no tardaron mucho en ocuparlo, era una pareja de ancianos de lo más simpáticos, y me causo mucha gracia al ver como la señora Scotch le decía a la señora Rosen que se fuera a cotillear a otra parte.
Pasó el tiempo rápido y yo comencé a conocer a chicos y chicas de mi edad a medida que iba al parque a pasar un poco el rato.
Finalmente el verano acabó y yo, guardé los últimos recuerdos que me quedaban de Iván en el fondo de mi corazón, ya que él había sido quien se había llevado mi virginidad hacia otro sitio.
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