jueves, 14 de junio de 2012

"Todos contra mí" - primera parte


¿Por qué no comenzar desde el principio?

Todo empezó un diez de Julio aunque ahora mismo no podría decir en qué  año cayó con tan solo quince años recién cumplidos iba caminando por la noche reflexionando sobre todos los errores que había cometido y que me hubiese gustado solucionar y no dejarlos pasar.

Pensando y pensado perdí la noción del tiempo y cada minuto que pasaba el cielo se iba oscureciendo hasta que finalmente cayó la noche.
Me encontraba bastante lejos de mi casa, había estado pensando tanto que  no me di cuenta  que me alejaba poco a poco hasta que me detuve y me fijé, proseguí dando la vuelta destino a mi dulce hogar hasta que a mitad de mi rumbo tres hombres, al parecer ebrios me detuvieron.

-¿Qué hace una persona como tú a estas horas de la noche? – me preguntó descaradamente uno de ellos–

-Me he ido alejando de mi casa y ahora me dirigía hacia ella – respondí, ya con temor –

-Deberías saber que personas como tú, no deberían de estar en un lugar como este – prosiguió otro de ellos –

Claramente, no se referían hacia mí por mi edad, sino por mi color de piel, que era distinta a la de ellos. ¿Qué más les daría a ellos como fuese físicamente?
El tercer hombre no dijo ninguna palabra, pero si actuó, me tiro al suelo sin yo poder hacer algo al respecto y comenzó a pegarme sin ningún motivo aparente. Los otros dos comenzaron a reírse y no tardaron en pegarme ellos también al darse cuenta que yo intentaba levantarme para salir corriendo y escaparme de aquellas personas que tenían algo contra mí, sin saber yo, cuál era el motivo.

Tuve suerte de que dos personas ya mayores pasaban por allí y aquellos tres salieron corriendo.

Estuve tirado en el suelo casi inconsciente unos cuantos minutos, hasta que finalmente pude acumular fuerzas y levantarme lentamente, dolorido por aquella bestial paliza que me habían metido. Parecía que no tuviese cuerpo y me asombraba que aún pudiera caminar un poco ya que ni mis dos piernas sentía.

Caminando con las lágrimas de sufrimiento y dolor cayendo en mi rostro pude llegar a mi casa y sentirme más tranquilo ya que no podría encontrarme allí con los que me habían hecho aquello.
Mi casa estaba al lado de una residencia de ancianos y más de alguno no dormía a la hora que debía y siempre que me veían salir o entrar de casa, mirándome diferente, como si fuese algo fuera de lo normal, algo que no fuese igual que ellos.

Abrí la puerta, saludando a mi madre con el poco aire que me quedaba por el gran esfuerzo que había hecho para llegar a casa.

-¿Qué te ha pasado Jim? – Preguntó mi madre preocupada, casi cayéndole las lágrimas de los ojos al ver mi horrible aspecto-

Me dirigí hacia el sofá y me senté como pude, ya que prácticamente todo mi cuerpo me dolía. No sabía que decirle, me daba mucha pena ver a mi madre de esa forma, preocupada por mí y por mi salud pero aun así decidí contárselo.

-Bien, estaba dando una vuelta y no me di cuenta de que hora era y mucho menos donde había llegado a parar – proseguí contándole lo ocurrido – tres hombres por lo visto borrachos se detuvieron ante mí y sin ningún motivo aparente me metieron la paliza del siglo.

Mi madre no pudo soportar aquellas palabras que salían de mi boca, así que se levantó apenada ya con las lágrimas cayendo por su rostro y dirigiéndose hacia el baño.

Después de un rato salió con los ojos rojos y por eso no pude evitar preguntarle si se encontraba bien a lo que ella respondió “no te preocupes, pero debemos hablar, ya va siendo hora” no sabía cómo reaccionar hacia esas palabras, así que me quedé cayado. Ella cogió el botiquín de la estantería de arriba de los armarios que estaban pegados en una esquina del salón y comenzó a vendar parte de mi cuerpo por las heridas que tenía, algunas graves.

-¿No sería más fácil ir al hospital? – Le pregunté-

-Claro que no, allí no harán nada por ti. – respondió seria –

-¿Cómo qué no? ¡Claro que sí! Ese es su trabajo, ayudar a los enfermos y heridos para que estén bien – repliqué-

-No nos tratan igual que a los demás, para ellos somos diferentes y nosotros tenemos que caer con ese peso.

Realmente no sabía de qué trataba todo esto, pero alguna que otra idea me hacía y es posible que no quisiese aceptar que en este planeta aun hubiese personas que tratasen diferentes a otras de su misma raza a la que pertenecían todos y esta fuese la raza humana.

Después de un rato me levanté como pude y me dirigí dispuesto a irme a dormir pero al estar allí no pude echar ojo, era casi imposible hacerlo después de todo lo ocurrido en una simple noche.

Pasaron las horas hasta que finalmente caí rendido sin darme cuenta hasta la mañana siguiente…

Continuará…

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